Sabores y olores de La Vega
- Mari
- 10 may 2018
- 2 Min. de lectura
A pesar de ser un lugar bien conocido e investigado de norte a sur y de oriente a poniente, La Vega no deja de sorprender con olores y sabores cada semana que voy. Empieza y termina con locales de comida de varios rincones del mundo, pasando por todas las frutas, verduras, fiambres, frutos secos y hierbas que se puede imaginar.
Entrando por la esquina sur-poniente, te encuentras con un local venezolano grande y bien instalado, que solo hace un par de meses era un pequeño carrito. Allí, el completo más exquisito de todos – el famoso “perro caliente”, que aparte de vienesa lleva col picado, papas hilo y un buen puñado de queso mantecoso rayado, con la variedad de unas 10 salsas que podrás echar a tu gusto (piña, queso, ajo… ¡cada semana juro traer una salchicha vegetariana para probarlo!)
Y llegando al último galpón, nuevamente, comida venezolana. Empanadas, arepas, cachapas, patacones, tequeños y –como no- malta (una bebida terrible dulce, no a gusto de cualquiera) … Siempre amables (preguntando si quiero que preparen algo para sacar la foto), con una cola gigante de espera y las alegres conversaciones en ella.
Luego, Pizza Loca, conocida por sus ricas preparaciones de masa delgada con mezclas como queso azul y camarones (a $ 3.000) y jugos naturales. Al lado - el local sirio recién promocionado en Finde La Tercera, con shawarmas de falafel y tradicionales rollitos de hojas de parra. A mi gusto, el anterior –que llevaba otro chico sirio, Abdala- era mejor por sus preparaciones que incluían el tradicional hummus árabe (si, tenía tahini). Sin embargo, los dulces árabes son espectaculares: no son tan dulces como los tradicionales, a mi gusto (algunos aseguran que son más dulces), y están preparados con miel natural, como corresponde, nada de ingredientes artificiales…
…Justo para disfrutarlos con un rico café de especialidad , el mejor de Santiago – el de Café Altura. El emprendimiento que empezó con un carrito de La Vega y ahora tiene otro local en el centro (Paseo San Agustín) y una tostaduría, que distribuye café traído de Colombia, Perú, Brasil, Sumatra, Etiopía, Kenia y Costa Rica a buena parte de las cafeterías de especialidad de Santiago.
Eso son los extremos del camino lleno de colores, olores y sabores: de fruta y verdura fresca (con mi locatario favorito que no para de hacer reír a sus clientes, imitando a un argentino prepotente, “peleando” con su socio o pelando a alguna pareja que tuvo mala suerte de estar allí), de delicias y salsas peruanas, de frutos secos (aquí encontré por primera vez en Chile la nuez brasileña -le llaman castaño-, después de 5 años de buscarla), quesos, pescado, carne y algunos productos gourmet, como leche de coco y almendra y galletas artesanales importadas.
Y los gatos de La Vega, es otra historia: limpios y cochinos, peleadores y reinas, gordos y flacos, y en su mayoría – cariñosos y regalones. Como café con gatos, pero gratis.
Ahora, ni hablar si uno busca un lugar tranquilo y limpio para almorzar o comprar. Este es el espacio de una feria como corresponde, con gritos, empujones, bromas y risas a todo chancho.
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